Nuestra visita a Madurodam

El parque Madurodam es una ciudad en miniatura donde se encuentran las réplicas de los sitios más importantes de Holanda. Se encuentra en La Haya, Holanda. 

Nosotros llegamos allí en bicicleta; en la entrada hay una zona para dejar las bicis, como en casi todas partes de Holanda, ya que allí es muy habitual moverse en este medio de transporte. Por supuesto también se puede llegar en transporte público o coche, toda la información la encontráis (en inglés) aquí

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A nosotros nos pasó algo muy curioso al llegar. No habíamos comprado los tickets online porque, hasta última hora, no sabíamos si íbamos a ir al parque, así que al llegar allí, saqué el móvil para comprar los tickets. Entonces se acercaron unos holandeses a preguntarnos si ya teníamos tickets, al decirles que no, nos dieron gratis tres tickets que les sobraban. Nos parecía una broma, pero ¡pudimos entrar sin problemas!

Para los niños es un parque muy atractivo porque hay todo tipos de vehículos en movimiento: barcos, trenes, aviones,… Y además hay un montón de botones para pulsar, incluido un simulador de vuelo. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Hay tantos detalles en el parque, que hasta por el suelo en la zona del aeropuerto pasan maletas por la cinta transportadora. ¡Y se mueven!

En la zona del puerto, se puede comprobar el funcionamiento de una bomba de agua. Mientras dos personas suben y bajan las manivelas para recolectar agua del “río”, otra persona puede echar agua al barco que está “ardiendo”. En el cilindro amarillo se puede ver cuánta agua se ha recolectado con la bomba de agua. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

También pudimos explicarle a Emma (a Ana sólo le interesaba coger los barquitos y salpicar) el funcionamiento de las esclusas, porque, a través de manivelas, era ella misma quien controlaba la apertura y el cierre de las compuertas para retener y dejar pasar el agua. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Me encantaba ver el contraste de tamaño entre los edificios y nosotros. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Aquí, por un euro, se escuchaba como si en esa fábrica hicieran los típicos zuecos holandeses y, una vez hechos, caían al camión. Ese camión se movía por la carretera y pasaba por delante de la zona de recogida, que estaba situada a una buena altura para que un niño de a partir de 1 metro aproximadamente pudiera coger los zuecos en marcha. El camión continuaba su camino y volvía a la fábrica donde esperaba el próximo encargo. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

El camión de Mars, en lugar de zuecos, transportaba mini chocolatinas. Sólo costaban 10 céntimos y, esta vez, fue para Edu en lugar de para ellas. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

En esta réplica del canal había una miniatura de una cafetería donde habían cuidado hasta el mínimo detalle. Los barcos, al igual que los trenes y vehículos que había por todo el parque, estaban en continuo movimiento.  

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Y, para asegurarse de que ningún niño se aburre, existe un parque infantil, con un faro, un barco de madera, un barco de verdad varado, tirolina y algún otro artilugio más. Y además, todo de arena, que para mis hijas, jugar con ella, ya es una actividad divertida de por sí. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Nos atrevimos a entrar los cuatro al faro. O quizás sería más correcto decir que, como Ana quería entrar, nos invitó a entrar con ella para ayudarla a ir subiendo. Había que ir subiendo a través de los agujeros y, para bajar, había un gran tobogán. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

A veces yo también me hago selfies 😉

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Por la red de abajo se accedía a la cubierta del barco. Era más fácil de lo que parecía bajar por ahí. 

Y, aunque se puso a llover bastante, no dejamos de probar la tirolina. Hablo en plural porque la primera que se tiró fui yo 🙂 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Mientras llovía, nos resguardamos dentro del barco, en el que había arena y varias cajas de madera. Yo aproveché para dormir un rato (yo necesito poco para conseguir echar un click y me viene genial para recargar pilas). La  luz que entraba es una de mis favoritas, de hecho, esta foto está sacada tal cual de cámara. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Lo último que hicimos en el parque fue pesarnos en una balanza muy especial, ya que nos decía nuestro peso en quesos XD Yo pesaba un poco menos de 3 quesos y medio. También había unas poleas a ver cuántos quesos eras capaz de levantar. Sin embargo, Emma prefirió la versión de cuántos quesos podía escalar. 

Madurodam, La Haya, Marta Ahijado
Madurodam, La Haya, Marta Ahijado

Dentro del parque había también una cafetería-panorama con vistas a todo el parque (que nosotros encontramos cerrada) y un restaurante a cubierto. 

También había algunas atracciones de interior con algún tipo de espectáculo, pero consideramos que Emma y Ana no las iban a disfrutar, por lo que nos limitamos a ver todo lo que el parque ofrecía al aire libre. Lo que más le gusto a Ana (2 años), sin duda, fueron los trenes que pasaban a toda velocidad. Y a Emma le encantó tocar todos los botones. 

 

Si vas a La Haya con niños, Madurodam es definitivamente una opción muy interesante y donde todos vais a disfrutar. 

Un abrazo y ¡gracias por acompañarme! 

Marta

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