¿Y a ti te gusta lo que ves en el espejo?

¿Y a ti te gusta lo que ves en el espejo?

Cuando nació la fotografía, la gente se admiraba de poder ver plasmado el mundo sobre papel. Incluso era un lujo poder acceder a que te hicieran un retrato. 

La fotografía fue evolucionando y las cámaras se hicieron accesibles a muchas personas, con sus carretes de 24 o 36, que hacían valorar cada toma que hacían y cada fotografía en papel que llegaba a las manos de cada persona o familia. 

La fotografía siguió evolucionando y llegó al mundo digital, que fue un avance inmenso y, a la vez, quizás un retroceso para la imagen de la mujer. Y es aquí donde yo quería llegar,

¿cómo te ves tú al mirarte al espejo?

Creo que intuyo tu respuesta: no me gusta mi diente torcido, mis orejas son muy grandes, mejor no hablemos de mi pelo, anda que el lunar que tengo yo aquí, ¿y qué me dices del culo que se me quedó después de haber estado embarazada?… Seguro que no hace falta que siga porque ya sabes por dónde voy. 

Ahora quiero hacerte otra pregunta. En el caso de que tengas hijos o hijas, ¿qué te cuentas cuando les miras? Voy a seguir intentando averiguar tu respuesta: qué guapo es mi hijo, mira qué pestañas tan largas tiene, ¿has visto qué mollas le salen a mi bebé en los muslos? ¡me las comería!, y esos labios tan carnosos que tiene, o vaya rizos tan preciosos…

¿Te has dado cuenta de la diferencia que hay entre lo que te cuentas cuando te miras tú al espejo y lo que te cuentas cuando ves a tu hijo o hija al espejo? ¿Por qué somos así de crueles con nosotras mismas?

Pues sí, hemos visto imágenes de tantas mujeres aparentemente perfectas y hemos escuchado tantas veces aquello de: eso con un poco de Photoshop se arregla, que hemos dejado de vernos como las mujeres imperfectamente perfectas que cada una de nosotras somos. 

Y cuando alguna mujer me ha pedido que le retoque específicamente alguna parte de su cuerpo, primero me enfada y luego me entristece. ¿Por qué queremos transformar una imagen de quienes somos en alguien que no somos? ¿Acaso nos gustan las mentiras y no serían esos retoques, por leves que sean, otra forma más de engañar? 

Quizás tú piensas que es fácil para mí hablar de aceptarse porque la genética me ha favorecido. O quizás piensas que qué prepotente soy por proclamar aquí por escrito que me considero una mujer guapa. Y claro que yo también me veo ¿imperfecciones? ¿partes que no me gustan?, pero alguna vez a mí me han pasado por el filtro del Photoshop y, cuando me han entregado esa imagen, no me he visto yo, veo a alguien que se parece a mí, quizás con una cara y un cuerpo más limpios o perfectos o pon aquí el adjetivo que se te ocurra, pero no soy yo.

Tengo 37 años y tengo arrugas de reírme, mi piel no es la que era hace 20 años, mis tetas han caído un poco en parte creo que por amamantar y en parte creo que por haber adelgazado tanto, mi ombligo tiene una pequeña hernia y ya no está tan dentro como antes de mi último embarazo, un colmillo lo tengo más salido que el otro, a veces levanto una ceja más que otra… Y, me guste más o me guste menos, yo soy así ahora. 

¿Y qué pasaría si te hablaras distinto?

¿Qué pasaría si, cuando te miras al espejo, en lugar de contarte y machacarte con todo aquello que no te gusta, te dijeras: qué ojos tan bonitos tengo, mira qué brazos tan fuertes se me han puesto de coger a mi hija, ¿y estas tetas que antes me parecían pequeñas y ahora las veo perfectas porque han amamantado?, me encantan mis piernas… 

Es que estoy segura de que todo lo que ves cuando ves a tu hijo o hija no es perfecto, también sabes que tiene una cicatriz en medio de la frente, o que le están saliendo muchísimas pecas, o que tiene el pelo liso,… Y estos rasgos o características no los ves como un defecto aunque te gusten menos que otras partes de su cuerpo, sino que los aceptas como parte de ellos/as mismos/as y sobre todo te fijas y alabas aquello que te encanta y te llama la atención cada vez que les ves. 

¿Y qué pasa con la edición de las fotos entonces?

Por todo esto que te cuento, yo no uso la edición de mis fotografías para mejorarte ni para cambiarte, uso esa herramienta para hacer un retoque global de la imagen, para hacerte destacar a ti y a tu familia sobre el fondo, para potenciar la belleza de lo que ya hay, y no para disimular u ocultar las supuestas imperfecciones o defectos que tú te ves. 

Eres perfecta tal y como eres, tú no necesitas edición ni retoque, más que el que la vida misma te trae (que bastante es).

 

¿Podemos, mujeres, empezar a vernos a nosotras mismas con el mismo filtro con el que vemos a nuestros hijos e hijas?

Me encantaría que me contaras cómo es tu visión con respecto a este tema: en comentarios, por email,… ¿te animas?

 

 

¿Quieres iniciarte en el mundo de la fotografía? Descubre aquí los recursos gratuitos que tengo disponibles para ti al suscribirte a mi blog ?

marta-ahijado

4 Comments

  1. Estela 20/07/2020 at 06:46

    Hola Marta! Me ha encantado, que gran reflexión. Esos ojos que hacen la carita más dulce del mundo y esas sonrisas pícaras en nuestros peques que tanto nos gustan, son en realidad rasgos nuestros, y cómo lo cambia el prisma con el que miramos. Para ellos somos perfectas, y para nosotras también deberíamos.

  2. Marta Ahijado 20/07/2020 at 09:47

    Gracias, Estela, por aportar también que muchos de los rasgos de nuestros/as hijos/as son también nuestros 🙂

  3. Lucía 01/10/2020 at 19:47

    Pues sí, me encanta la visión del artículo y el aporte de que, además, son nuestros rasgos.
    Mirarnos a nosotras con ese amor infinito con que les miramos a ellos… lo cambia todo 🙂
    ¡¡Muchas gracias!!

  4. Marta Ahijado 03/10/2020 at 15:44

    Gracias, Lucía 🙂

Leave a Reply